Hoy vengo con una entrada corta. A modo de reflexión y motivada por la idea que me rondaba cuando escribí abuso de poder, y reforzada por estos dos artículos que he leído.(http://agorats.com/pueden-apagar-la-camara-oculta-los-viernes-en-servicios-sociales-gracias/ y https://emprenderentrabajosocial.wordpress.com/2017/09/21/debemos-aplicar-mas-matematica-al-trabajo-social-si-queremos-evolucionar/ )
La idea es la siguiente: ¿Se tiene en cuenta la satisfacción de lxs usuarixs en servicios sociales? Y la cuestión es que quizás en ocasiones no se tiene claro a quién hay que agradar, y de quién son las necesidades que tenemos que atender.
Me explico. En muchos casos los proyectos son subvencionados por administraciones públicas o entidades, y parece que hay que agradar a aquella administración que nos ha permitido poner en marcha el proyecto. Cuando leía en otro artículo sobre la denominación de las personas que atendemos, si lo correcto era decir cliente, usuario o participante (https://www.xosealbertecea.es/2017/09/cliente-participante-usuario/), quizás es que no estamos hablando de lo mismo. Quizás es que la persona usuaria es aquella a la que atendemos, la que demanda, pide ayuda, etc.; y el/la cliente es la Administración o la entidad que nos ha financiado el programa/proyecto. Y quizás sea que tenemos demasiado incorporado en nuestro esquema mental eso de que «el cliente siempre tiene la razón».
Espero vuestros comentarios donde poder ampliar esta reflexión que me lleva días en la cabeza.
Judith Reguero 